miércoles, 29 de septiembre de 2010

Comedia y Fraude. Belén Conte

Comedia y Fraude

No quiero ser marioneta
no quiero ser un ajedrez
no quiero estar planeada
sólo tu mirada me alcanzará.

Yo quiero andar por los trigales
buscando un trigo sin color
mirando mucho más allá que un trigal.

Pero...
no me tomes tan en serio
sabé que a veces puedo dar miedo.
No te creas en nada
que no diga desde el alma,
porque suelo mentir.
Y es que soy un animal
muy lejos de su ruedo
busco con ansiado desvelo y espero.

No quiero tener un auto grande
no quiero tener una Gibson Les Paul
sólo una sonrisa me alcanzará.

Tampoco me gusta el conformismo
y menos quiero ser tu anochecer
sólo mi pequeña luz prender.

Pero…
no me tomes tan en serio
sabé que a veces vivo en un sueño.
No te creas en nada
que no diga desde el alma.
No me tomes tan en serio
sabé que digo lo que siento
aunque eso es lo que a veces da miedo.
Porque soy un animal
muy lejos de su ruedo
que busca con ansiado desvelo la libertad.

Y es que soy ese animal
tan lejos de su ruedo
una mezcla de comedia y fraude.

No quiero ser tu servilleta
no quiero que gobiernes mi andar
sin muletas caminar...

miércoles, 11 de agosto de 2010

El Poder Judicial

El Poder Judicial debe recuperar sus verdaderas funciones

El sistema político argentino está desestabilizado, las funciones que debe cumplir cada poder del Estado se mezclan y no se respetan. El Poder Judicial es uno de los ámbitos que sufre mayores intervenciones y manipulaciones.



A lo largo de la historia política argentina diferentes casos han reflejado la falta de coherencia y eficiencia en los órganos de poder del Estado. Corrupción, mal desempeño y arreglos que sólo responden a intereses que en nada reflejan al pueblo argentino.

El Poder Judicial es uno de los más criticados por su mal funcionamiento. Casos como la ley Flamarique, en la que el gobierno de Fernando de la Rúa sobornó a integrantes del Senado para aprobar la ley de flexibilización laboral, demuestran la ineficiencia de una justicia que tardó más de nueve años en procesar al mandatario.

A pesar de que uno de los senadores que recibió la coima, Mario Pontaquarto, confesó con detalles la operación, el Poder Judicial se puso como traba principal decidir si De la Rúa sería parte o no del juicio por las coimas que permitieron sancionar la ley el 26 de abril del 2000.

El ex mandatario apeló su procesamiento, caratulado como autor de cohecho activo agravado, dictado por el juez Daniel Rafecas en febrero de 2008. El caso quedó a cargo de la Sala I de la Cámara Federal, en dónde todo se paralizó. La causa cuenta hoy con nueve imputados.

En diciembre de 2008 surgieron nuevas demoras por la discusión entre el ex mandatario y la Cámara Federal acerca de quiénes deberían ser los camaristas que decidan si se confirma o no el procesamiento. A esto se sumó, que se tardó seis meses en convocar al ex presidente para que hiciera su declaración, trámite que no debería llevar más de un mes según el código procesal.

Agosto de 2009 marcó un cambio después de tantos años: luego de que la Cámara Federal confirmara el procesamiento, el fiscal Federico Delgado pidió el juicio oral y público para De la Rúa por el delito que establece una condena de entre uno y seis años de cárcel. De no surgir imprevistos, el debate podría comenzar a fines de 2010 a cargo del Tribunal Oral Federal N° 3 ¿Es posible que la justicia argentina demore más de diez años para resolver un caso de corrupción de funcionarios públicos?

Otro ejemplo del entrometimiento y la influencia del Poder Ejecutivo, y del mal desempeño del Poder Judicial, fue la venta ilegal de armas a Ecuador y Croacia que se inició en 1995 durante la presidencia de Carlos Menem por una denuncia del abogado Ricardo Monner Sans, en base a una investigación periodística del diario Clarín. La operación fue cubierta mediante cuatro decretos, firmados por Menem y sus ministros, que afirmaban que las armas tenían como destino final Venezuela y Panamá.

Tras la confesión del ex interventor de Fabricaciones Militares, Luis Sarlenga, en junio de 2001 el juez Jorge Urso procesó y envió a prisión domiciliaria a Carlos Menem. Seis meses más tarde, sorpresivamente, la Corte Suprema de Justicia emitió un fallo absolutorio con el cual el ex presidente recuperó la libertad; un claro ejemplo de acuerdos internos en el que se ignoraron los reglamentos establecidos por la justicia. Algo común durante la gestión menemista en la que el ex mandatario fue siempre indiferente a las decisiones del Congreso y designó a los miembros de la Corte Suprema a su antojo.

En este contexto, es imposible olvidarse de un importante caso de soborno como fue Skanska que involucró a la empresa sueca que lleva ese nombre, a empresas privadas y a funcionarios públicos de la gestión del ex presidente Nestor Kirchner.

En 2005 el Ministerio de Planificación inició un concurso privado de precios para la construcción de dos gasoductos en el país. El proyecto era gerenciado por la empresa Transportadora Gas del Norte, la cuál le advirtió al Ente Nacional Regulador del Gas, que funcionaba como autoridad de control, que Skanska pagaba 152% de sobreprecio, alrededor de 17 millones, algo que Enargas desestimó. El caso fue descubierto por el juez del fuero en lo penal Javier López Biscayart.

Durante el desarrollo de este caso el poder judicial sufrió numerosas presiones: el apriete que realizó el ex ministro del Interior, Aníbla Fernández, mediante una denuncia ante el Consejo de la Magistratura contra el juez Biscayart fue una de ellas. El pedido de juicio político por parte de un integrante del propio gobierno para un juez que investigaba las acciones corruptas de funcionarios públicos sobrepasó los límites.

Otra instancia judicial influida por el gobierno fue cuando la Sala IV de la Cámara de Casación decidió la excarcelación del único testigo que habló de los sobornos, Adrián López, presidente de Infinity Group, quién también fue amenazado. Si bien el magistrado aceptó el pedido de traslado, el ex ministro Fernández, de quien dependía la Policía Federal, ordenó a los efectivos que no cumplieran la orden del juez, sobrepasando nuevamente las decisiones de la justicia argentina, porque, según él, los tratados internacionales sobre derechos humanos impiden que presos comunes sean alojados en dependencias policiales.

Esta situación llevó a que, en aquella época, la candidata presidencial Elisa Carrió dirigiera una carta al entonces presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, reclamándole que protegiera a los jueces de las presiones del Gobierno.

Estos son algunos de los casos que reflejan la constante intervención y presión del Poder Ejecutivo en asuntos que debería decidir la justicia del país

Fallas en la política argentina

Ni el Poder Ejecutivo respeta las leyes

Las funciones y decisiones del Poder Legislativo han sido influenciadas y manipuladas por los diferentes gobiernos argentinos. Muchas leyes han sido pasadas por alto sólo para alcanzar los objetivos de unos pocos.



La ley de servicios de comunicación audiovisual impulsada por el kirchenrismo enfrentó a la sociedad Argentina, despertó discusiones, alianzas y dejó al descubierto monopolios e intereses que poco favorecen a los ciudadanos comunes. Pero no sólo eso. Lamentablemente, la forma de sancionar una ley tan fundamental para la democracia del país dejó en evidencia, nuevamente, el mal funcionamiento de los poderes del Estado.

Muchos presidentes argentinos han intervenido en la labor del Congreso y muchos legisladores han tomado sus decisiones basándose en acuerdos con el Poder Ejecutivo. Que el kirchenerismo haya adelantado las elecciones legislativas y apresurado una ley madre que requería de un debate arduo y de una pluralidad de voces que quedaron recortadas, son claros ejemplos.

Con esto, vienen a la memoria, inevitablemente, otras leyes que fueron llevadas a cabo de manera irregular. La Ley de privatización del gas de la mano del ex presidente Carlos Menem, quién también adelantó las elecciones legislativas de octubre a mayo del año 89, es una de ellas. Una ley de reforma del estado que tenía como objetivo la privatización de un grupo de empresas, entre las que se encontraba la de gas. El oscuro manejo de esta ley se encuentra ya en su propia base: cuando un Estado de cualquier lugar del mundo privatiza, dicta siempre primero el marco regulador en el que se determinan las condiciones de prestación del servicio, de defensa de la competencia y de protección de los derechos del consumidor, y recién después se convoca al proceso de privatización; esto no se respetó durante el menemismo.

Un mal desempeño que además se coronó con el bochornoso caso del “dipu trucho”: durante ese período se denunció que como al peronismo le costaba llegar al quórum en la cámara baja sentó en la banca a un colaborador, que no era realmente diputado. Este hecho dio lugar a un proceso de usurpación de títulos y honores que terminó, como muchos delitos de corrupción en Argentina, en un castigo menor.

El mal desempeño en el Poder Legislativo, casi siempre producto de la constante influencia del Ejecutivo, se puede ver también en la Ley Flamarique, más conocida como Banelco. Esta ley muestra una imagen corrupta del ex mandatario Fernando de la Rúa quién apurado y desesperado por aprobar la ley de flexibilización laboral corrompió el sistema político argentino, la misma ansiedad que tuvo la presidenta Cristina Fenández por sancionar la ley de servicios de comunicación audiovisual antes del recambio del diez de diciembre.

De la Rúa necesitaba quórum para aprobar la ley y le pidió a su ministro de Trabajo, Alberto Flamarique, que comprara los votos de un grupo de senadores peronistas con dinero proveniente de la SIDE (Secretaría de Inteligencia de Estado). Ya que parte de esa coima fue cobrada por medio de la tarjeta Banelco la ley, que fue sancionada el 26 de abril del año 2000, también es conocida con ese nombre.

Una sociedad debe estar regida mediante leyes para poder funcionar en armonía. Pero éstas son hechas para ser cumplidas ¿Los poderes más importantes del Estado las respetan? La ley de servicios de comunicación audiovisual tratada en el Congreso demuestra que no, en ella no se cumplieron, por ejemplo, los tiempos del reglamento constitucional.

Dentro del Congreso existen, además de leyes, usos y costumbres, cumplirlos habla de la buena práctica, de no entorpecer y no chicanear al adversario político. Con la ley de medios oficialista no se respetó el plazo razonable entre la citación de las audiencias públicas y su efectiva realización: en casos anteriores la anticipación es entre tres y siete días, algo que quedó con esta ley reducido a uno solo. El apuro del kirchnerismo provocó también que las comisiones designadas para tratar la ley debieran reunirse todas juntas en el plenario para acelerar los tiempos, en lugar de debatir de forma separada.

Otra falta importante surgió cuando en el segundo plenario se reveló que al proyecto oficial se le habían introducido modificaciones. Éstas se leyeron en ese mismo momento y, por supuesto, no todos los diputados ni todos los bloques consiguieron acceder a ese documento con anterioridad, no pudieron reflexionar con tiempo ni lograron participar en la introducción de esas reformas. Se cambiaron 53 páginas de un dictamen de 68 y se leyeron cerca de 200 modificaciones. Esto violó un principio importante entre los integrantes de la comisión.

Lo ciudadanos argentinos eligen diputados y senadores para que los representen. Leyes como las citadas anteriormente necesitan de un debate profundo en el parlamento, pensado en función de las necesidades de la sociedad y no basado en los intereses o arreglos con el gobierno de turno. El lugar donde las leyes deben debatirse es en el período de comisiones, generalmente cuando llegan al recinto está casi todo dicho, y ese espacio no puede ser reducido.

Así, las leyes más relevantes terminan siendo impulsadas por los integrantes del Poder Ejecutivo, quienes determinan cuándo y de que manera se tratará la ley manejando los tiempos parlamentarios a su antojo.

martes, 10 de agosto de 2010

Trata de mujeres

Explotación sexual en Argentina


Sin prostitución, no hay trata de mujeres

Es el tercer delito más lucrativo del mundo, opera gracias a la complicidad de una imnensa red local e internacional y los responsables gozan de total impunidad.

Por: Altmann, Melody

Fernández, Sabrina

Galiani, Antonela

Girona Acevedo, Victoria





Una vez los argentinos dijimos “Nunca más”, pero todavía en 2010 se dan casos de coerción de la libertad personal, de aplicación sistemática de la violencia, de robo de identidad y de personas de las que no se tiene ningún dato respecto de su paradero. Y todo esto, con el fin de incrementar los bolsillos de delincuentes que pretenden lucrar con la explotación de la vida ajena.

Nos referimos a la trata de personas, el tercer delito más lucrativo a nivel mundial -luego del tráfico de armas y de drogas- que, para su funcionamiento, requiere del secuestro sistemático de individuos con fines de explotación y de una inmensa red local e internacional de complicidades, en la que se ven involucrados hasta las fuerzas de seguridad, la Justicia y funcionarios públicos.

Por trata de personas se entiende el reclutamiento, secuestro, transporte y alojamiento de individuos para la explotación sexual, laboral o para el tráfico de órganos. En Argentina, según la diputada nacional de la Coalición Cívica, Fernanda Gil Lozano, existen aproximadamente 500 mil casos. En esta investigación, nos centraremos, específicamente, en el los de las mujeres y niñas secuestradas para el ejercicio de la prostitución, en tanto que constituye el 90 por ciento de los casos de trata.

Como premisas, consideramos que sin prostitución no hay trata de mujeres, y sin clientes, no hay prostitución. Por eso, indagaremos acerca de la representación social que hombres y mujeres hacen de esa actividad, desde tiempos inmemoriales, para tratar de esclarecer el papel que se le otorga al cuerpo femenino, intentar comprender cómo funciona el negocio de la explotación sexual, y plantear posibles formas de iniciar el camino de búsqueda de justicia e igualdad social.



La naturalización de la prostitución

Desde los tiempos más remotos, existe en la sociedad un contrato sexual, implícito, según el cual los hombres se ubican del lado del dominio y las mujeres, del de la subordinación. Esta relación desigual ha sido naturalizada con el correr de los años en todos los estratos de la sociedad: familiar, laboral, sexual, político. Al respecto, Marcela D’Angelo, integrante de la campaña Ni una mujer más víctima de la prostitución, da un ejemplo: “Nosotras somos promotoras de dominación. Les decimos a nuestras hijas que pongan la mesa y a los nenes no. Naturalizamos que ellos utilicen nuestros cuerpos como se les de la gana”.

La prostitución se inscribe en esas relaciones de opresión patriarcal. Las primeras mujeres sometidas a esta práctica fueron las esclavas, a quienes se obligaba a satisfacer sexualmente a sus amos. En la era capitalista, en la que todo se transformó en mercancía, esto se acentuó y los cuerpos de las mujeres comenzaron a ser exhibidos como productos. Ya no se trata de personas de sexo femenino, sino de cuerpos en abstracto.

Esto está vinculado a una concepción masculina de la sexualidad, según la que el hombre tiene necesidades que deben ser satisfechas en el momento, como si fuese una especie primitiva o animal salvaje. Desde esta mirada, la sociedad debe proveerle cuerpos. He aquí un primer mito que contribuye a la naturalización de la prostitución.

En relación con esto, una segunda idea falsa es la que establece que la prostitución ha existido siempre y, por lo tanto, la plantean como una realidad inalterable -en el plano de la naturaleza y al margen de lo social-, y de esta manera se cercena el debate respecto del porqué de su existencia.

También es muy difundido el pensamiento de que muchas mujeres asumen la prostitución de manera voluntaria. Pero no se puede apelar a las ideas de “libertad” y “voluntariedad” de forma aislada, sin tener en cuenta las condiciones de vida que atañen a la persona. Pues es el sistema mismo el que empuja a esas mujeres a ultrajar su cuerpo.

Por último, otra idea falsa es la que asegura que poner en alquiler al cuerpo femenino es una forma sencilla de ganar dinero, cuando, en realidad, la porción más grande de lo recaudado se lo lleva la red de prostitución y los daños psicológicos de las víctimas son irreversibles.

La existencia de una clientela fiel y permanente, la rentabilidad del negocio, y la ambición de ganar dinero a cualquier precio por parte de personas inescrupulosas terminan confluyendo en una inmensa red de trata. Por eso, D’Angelo afirma: “La prostitución y la trata con fines de explotación sexual son dos caras de una misma violencia contra las mujeres”.



Armazón legal en Argentina

Argentina es un país de origen, tránsito y destino de mujeres y niños con fines de explotación sexual. Monique Thiteux-Altschul, de la Fundación Mujeres en Igualdad, dice que, en cuanto a las redes internacionales, las víctimas proceden especialmente de Paraguay y República Dominicana. Y en cuanto a las redes internas, explica que éstas siguen, en general, las “rutas de la soja”, frecuentadas por camioneros. Por otro lado, según un informe de la Organización Internacional de Migraciones (OIM) las provincias de Misiones y Tucumán son las que presentan los índices más altos de víctimas.

Frente a esto, el Estado no tiene ninguna política unificada a nivel nacional, a pesar de que en 2008 se sancionó la Ley de Prevención, Sanción de la trata de personas y Asistencia a sus víctimas.

Esta norma no fue la primera tendiente a castigar este delito. El primer intento de penalizar la explotación de mujeres y niñas para la prostitución fue la ley 9143, de 1913, conocida como Ley Palacios. En esta época, la prostitución era legal, y a la trata y tráfico de personas se la llamaba “trata de blancas”, para diferenciarla de la trata de personas provenientes de África, dirigida mayoritariamente para la explotación laboral. A ésta le siguió en 1936 la ley 12.331, que prohibía la instalación de prostíbulos y los controles policiales y sanitarios sobre las mujeres, y terminaba con toda forma de reglamentación de la prostitución, por considerarla violatoria de la dignidad de las personas. En cuanto a los tratados internacionales, Argentina ratificó en 1949 la Convención contra la Trata de Personas y la Explotación de la Prostitución Ajena de las Naciones Unidas, entre otros.

Pero, de allí en adelante, no hubo un tratamiento comprometido a nivel nacional respecto del delito de trata de personas y hubo que esperar casi 60 años para que el Congreso dictase una nueva ley que condenara esa práctica. El 9 de abril de 2008, la cámara de Senadores sancionó la ley 26.364, que establece la “Prevención, Sanción de la trata de personas y Asistencia a sus víctimas”, para llenar el vacío legal que había hasta el momento.

En sus artículos 2º y 3º define al delito: “Esta norma entiende por trata de personas la captación, el transporte y/o traslado —ya sea dentro del país, desde o hacia el exterior—, la acogida o la recepción de personas con fines de explotación”. Sin embargo, distingue entre menores y mayores. En el caso de estos últimos, la ley señala que existe explotación cuando “mediare engaño, fraude, violencia, amenaza o cualquier medio de intimidación o coerción, abuso de autoridad o de una situación de vulnerabilidad, concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre la víctima, aun cuando existiere asentimiento de ésta”. Es decir, las víctimas mayores de edad lo serán en tanto y en cuanto puedan probar que fueron obligadas a dar su consentimiento. En cambio, en el caso de los menores esto no hace falta.

Este punto es el principal blanco de las críticas que distintas organizaciones sociales y feministas, y también algunos legisladores, le hacen a la norma. Al respecto, la diputada nacional de la Coalición Cívica Gil Lozano afirmó: “Vivimos con una ley que hace diferencias entre las víctimas, que las obliga a demostrar que fueron engañadas y secuestradas. Pero no es necesario probar nada, porque nadie puede elegir su propia esclavitud”. Por otro lado, Thiteux-Altschul sostuvo que es casi imposible de demostrar.

Otro punto controversial es el de la sanción a los tratantes. La ley prevé penas de entre tres y seis años, en caso de que las víctimas sean mayores, y de entre cuatro y diez, en caso de los menores. Sus detractores, consideran que, de este modo, no se cumple con el objetivo de perseguir a los tratantes y proteger los derechos humanos de las víctimas. Al respecto, Marcela D’Angelo afirmó: “La ley protege a los proxenetas. Tiene las penas más bajas de Latinoamérica. Al ser de 3 años, el delito puede ser excarcelable y quedar impune”.

Por último, otro punto criticado es que si bien plantea la asistencia a las víctimas, el Estado no destina los fondos necesarios para brindarles apoyo psicológico ni resarcimiento económico. En ese sentido, Gil Lozano sostuvo: “No puede ser que no haya presupuesto, que la Oficina de Rescate a la Víctima de Trata del Ministerio de Justicia tenga 18 personas para todo el país. No puede ser que la Argentina no banque ni una sola casa para las víctimas de trata. Está la fundación María de los Ángeles, que la financia la embajada de Estados Unidos”. Y Thiteux-Altschul agregó: “La única ayuda a las víctimas es para que regresen a sus lugares de origen”.

No obstante, no todo es negativo. Ella explicó que, desde su promulgación, el Estado rescata más víctimas de trata y hay más integrantes de redes de trata presos, aunque no condenados”, y D’Angelo explicó que, al ser una ley federal, pueden rastrear el paradero de las víctimas en todo el país.

Todas podemos ser víctimas

La inmensa red no distingue clases sociales, edades ni aspecto físico a la hora de apropiarse de sus víctimas. Todas podemos ser blanco de los proxenetas. Sin embargo, según los especialistas en trata, el mayor número de chicas secuestradas se encuentra en situación de pobreza, marginalidad y desempleo, con bajos niveles de escolarización.

Y los captores desarrollan distintos modos de apropiación, según el sector social al que pertenecen las mujeres. Las más vulnerables son las que tienen mayores necesidades económicas y, en muchos de los casos, son también analfabetas. Para lograr su captación, se utiliza el método del engaño. Se las seduce con una oferta laboral para que vayan a trabajar a otra provincia y, cuando ellas aceptan, son secuestradas de forma inmediata. Y cuando esto se produce, sus familiares son muy poco escuchados ya que no disponen de herramientas para acceder a un abogado o a los medios de comunicación.

Por otro lado, las mujeres de clase media y media-alta son directamente raptadas en lugares públicos, haciendo uso, para ello, de la violencia.

Con respecto a la edad, las más elegidas son las de entre 4 y 25 años. Y en cuanto a la cotización, las rubias de ojos celestes están en el primer puesto, y, en general, son utilizadas para formar parte de la trata vip.

Lucrecia Ansaldi explica cuán organizada está la red local e internacional: “Nunca se llega a la cabeza porque las mujeres tienen miedo de hablar y denunciar. Además, porque existe toda una complicidad entre el entregador, el que tiene el prostíbulo, el testaferro, la policía y hasta los funcionarios públicos. También, hay coimas con los inspectores y así, obviamente, nunca se llega a develar el tramado de la red”.

En los pocos casos en que las mujeres logran escapar de los prostíbulos, quedan muy deterioradas psicológicamente. Sufren angustia, ataques de pánico, depresión y, en algunas ocasiones, llegan a tener intentos de suicidio ya que se sienten reducidas a meros objetos. Ante cualquier disparador, reviven constantemente su experiencia en cautiverio.

Además, como sus captores las mantienen drogadas, al salir se vuelven agresivas por la abstinencia. “La familia tiene el recuerdo de la hija que desapareció pero nunca vuelve a ser la misma, por lo que su entorno también necesita contención”, asegura Ansaldi.

Por otro lado, muchas mujeres no quieren salir de sus casas porque tienen miedo de que las vuelvan a secuestrar, ya que las mantienen amenazadas. “Además, aunque parezca increíble, muchas de ellas terminan conviviendo con su entregador en el mismo barrio”, explica Ansaldi.



¿Cómo prevenir?

Como se dijo, la norma establece como uno de sus puntos la prevención de este delito, y para eso se necesitarían efectivas campañas de concientización por parte del Estado. Sin embargo, las diferentes organizaciones denuncian la ausencia de las mismas. Al respecto, Lucrecia Ansaldi, de la organización no gubernamental La Casa del Encuentro, denuncia: “Si el Estado las hiciera, las tendríamos que ver, pero no vemos nada. Y esto pasa porque hay una red enorme de complicidades adentro del Estado”.

Ansaldi explica que una buena campaña de prevención consistiría en que “en todos los barrios, colegios y medios de comunicación haya concientización sobre el tema ya que es un problema de derechos humanos”. Y señala que es necesario que los hombres entiendan qué es la trata y por qué se produce, ya que son ellos, los que mayoritariamente, forman parte de la clientela de la prostitución.

Además, dice que el Estado debería explicar cuáles son los medios de captación, para evitar que las mujeres caigan en las redes, y cuáles son los pasos a seguir cuando desaparece un familiar.



¿Qué hacer ante la desaparición de un familiar?

Existen varios números a los que se puede llamar en caso de desconocimiento de paradero. Además del 911, en la ciudad de Buenos Aires hay dos teléfonos a los que se puede recurrir. Uno es el 137, el del programa Las víctimas de la violencia, y el otro, el 147, que es la Dirección General de la Mujer. Los especialistas también recomiendan acercarse a la fiscalía más cercana al lugar del hecho o a la comisaría de la mujer, si la hubiera.

Es fundamental aclarar que no se pueden hacer denuncias anónimas, motivo por el que muchas personas que están amenazadas o siente temor se abstienen de hacerlo. Sin embargo es muy importante dar aviso a la policía.

Por otra parte, suele suceder que los familiares de las víctimas se encuentren decepcionados por el lento accionar del Estado. Es por ello que deciden acudir a las diversas fundaciones o asociaciones. Son éstas las que, luego de comprobar que el caso sea verídico, difunden las fotos de las secuestradas por varios medios de comunicación.



El rol de los medios de comunicación

En esta era capitalista, el papel de los medios de comunicación como constructores de imagen del cuerpo de la mujer acentúa la problemática de la prostitución y por consecuente, la trata de mujeres. La intimidad se utiliza como producto y la sexualidad se mercantiliza. A su vez, diferentes programas exhiben los cuerpos-sexuados de las mujeres como mercancías, impulsando la idea de la prostitución como algo deseable, placentero y económicamente conveniente, lo que se opone a la experiencia de millones de mujeres en esa situación.

“Los medios son un arma de doble filo. Por un lado, dan a conocer el tema de la trata de mujeres, lo hablan en las noticias y en las novelas para concientizar al ciudadano y todo eso sirve un montón. Pero, por otro lado, hacen anuncios de prostitución y ponen a mujeres que están con poca ropa en programas, mostrándolas como un objeto sexual”, aseguró Lucrecia Ansaldi de La Casa del Encuentro.

Radios, revistas, periódicos y la televisión, en particular, colocan a las mujeres en el lugar de objetos eróticos-pasivos y promueven el uso de su cuerpo, logrando despertar el deseo de los hombres y proponiéndolo como algo “natural”. A su vez, la pornografía también está presente en los afiches públicos, los avisos de internet y las publicidades donde la mujer es caracterizada con patrones estéticos discriminadores y degradantes. Así, la constante exhibición de mujeres semi-desnudas y servicios de acompañantes están banalizando y difundiendo como ejercicio de la “libertad” la explotación de la mal llamada “prostitución voluntaria” y la “trata consentida”.

Como meros ejemplos podemos nombrar los programas del Canal 13, dirigidos por Marcelo Tinelli (Cantando por un sueño, Bailando por un sueño y Patinando por un sueño), donde las participantes femeninas se exhiben casi desnudas, la publicidad de desodorantes Axe, donde todas las campañas de este producto de basan en la imagen femenina degradada, pasiva y abusada en donde el hombre ejerce una sexualidad desbordante y legitimada que violenta a la mujer, y las publicidades de Pepsi Max de Argentina, donde tres jóvenes apuestan mujeres.

Ante esta problemática, Marcela D’Angelo, integrante de la Campaña Ni una mujer más víctima de las redes de prostitución, plantea el inicio de una solución para la sociedad: “Nosotros queremos salud, educación, protección social y trabajo digno para todas las personas. Dar perspectivas de género y desestructurar el contrato sexual implícito mediante la educación puede ser la solución, como sucedió en Suecia”. Además, agrega: “La sociedad se interesa por el tema pero lo desconoce y hay mucha naturalización de la prostitución también debido al tratamiento que le dan los periodistas.”



Por otro lado, el papel de los medios como difusores de las exposiciones y campañas contra la trata de mujeres y la prostitución ha sido muy pobre a lo largo de los años y duramente criticado por diputados y distintas organizaciones sociales y feministas, quienes reclaman mayor cubrimiento mediático de sus protestas. Margarita Stolbizer, diputada de la Unión Cívica Radical, certificó: “La baja visibilidad que tiene esta problemática y la escasa repercusión mediática que uno consigue es terrible. La falta de compromiso de los medios de comunicación termina siendo cómplice con la repetición de estos episodios. Es necesario visibilizar este delito ampliamente para que haya una conciencia colectiva y comprometida, sino lamentablemente la lucha sigue siento estéril”.

Como complemento a este reclamo, Marcela D’Angelo manifestó que a sus exposiciones sobre la trata solo concurren los medios alternativos y reclamó: “No tenemos repercusión en los grandes medios porque nosotras problematizamos el negocio y tocamos a los que más poder tienen.”

Es evidente que se trata de una fuerte crítica hacia el tratamiento que realizan a los grandes monopolios mediáticos. Sin embargo, fue gracias a una telenovela emitida por Telefé en 2008, donde la ficción fue utilizada como medio de crítica social, que un medio masivo desarrolló el delito de la trata de mujeres basándose en el caso real de Marita Verón (ver RECUADRO).

“Vidas robadas”, protagonizada por Facundo Arana y Soledad Silveyra, fue la telenovela más vista en la historia de la televisión argentina hasta ahora y logró concientizar y sensibilizar no solo a la población argentina sino también a la de países de América Latina que padecen esta problemática. “La novela fue un factor decisivo para instalar el tema en la sociedad. A partir de ella casi todos los estratos de la sociedad se enteraron del significado de la palabra trata”, señaló Monique Thiteux-Altschul, de la Fundación Mujeres en Igualdad.

Además de ser debatido en los hogares, el tema llevó a que en Buenos Aires se conformara una Comisión Legislativa especializada en trata de personas y se avanzara sobre el debate de la Ley de Trata.

Sin embargo, el rol de los medios debe ser el de concientizar y educar a la sociedad argentina sobre el gravísimo delito que implica la trata de mujeres y la prostitución, algo tan naturalizado en nuestra cotidianidad.

Los empresarios y los trabajadores de la comunicación deben apelar a su responsabilidad social y fomentar la prevención y las campañas que lleven a desnaturalizan y a desestructurar el contrato sexual implícito en nuestra sociedad. Ése sería un buen comienzo.



Un reclamo más fuerte

Se llevan hijas, hermanas, novias, esposas, madres y compañeras. Las engañan, se apropian de ellas como si fueran objetos, las someten a la violencia, las amenazan y las explotan sexualmente. Y todo esto se esfuma en dos conceptos ya casi cotidianos: impunidad y falta de justicia.

A los reclamos para modificar la Ley de Trata, a las campañas para pedir que el Estado se haga presente y le brinde atención a las víctimas y a sus familias, y a la súplica de que los proxenetas reciban el castigo que merecen, se sumó uno nuevo pedido por parte de las organizaciones sociales: declarar a la Trata como un delito de lesa humanidad.

“Pedimos que se analice sinceramente este tema. Si existe trata es porque hay distintos niveles de complicidad por parte del Estado, porque hay organizaciones internacionales con conexiones locales, y, principalmente, porque en la Argentina de hoy hay un plan sistemático de desaparición de mujeres y de niñas”, declara Ada Beatriz Rico de La Casa del Encuentro.

Desde hace tres años, todos los 3 de cada mes, diferentes fundaciones sociales, políticas y feministas marchan frente al Congreso con el objetivo de ser escuchadas. “Pedimos a los legisladores, porque lamentablemente hoy la palabra desaparecidas tienen nombre y apellido: Florencia Penachi, Marita Verón, Andrea López, Fernanda Aguirre, Dana Pecci, María Cristina López y su hijo... Estos nombres que a algunos diputados no le significan nada, son ciudadanos, personas, mujeres. Acá hay una realidad, y para los que se quieren hacer los distraídos, que dejen de consumir prostitución, porque ahí afuera hay mujeres que están siendo explotadas”, afirmó Rico.

Según varios organismos, es sumamente importante declarar a la trata como delito de lesa humanidad, ya que es un crimen sistemático en donde hay complicidad del Estado, a partir de la corrupción que se da en los distintos niveles. Además, si se la considerara como tal, las penas que recibirían los proxenetas serían mucho más altas.



En ese sentido, la vocera de La Casa del Encuentro concluye: “Para poder apelar a organismos internacionales, y seguir a las redes de trata, con conexiones internacionales y locales, para poder colocar a la trata en la agenda de derechos humanos y políticas de estado, necesitamos una nueva herramienta. Ellas y ellos no pueden seguir esperando más”.





EXPERIENCIAS DE UNA LUCHA

Marita Verón: secuestrada por las Redes de Trata.

Marita es una chica de Tucumán, que a los 23 años salió de su casa para realizar una consulta ginecológica y nunca más se supo nada de ella. Sus padres comenzaron a buscarla desesperados y sin descanso, desde su secuestro en 2005 hasta la actualidad, sin obtener resultados positivos.

Este es, sin duda, el caso más emblemático y reconocido de Argentina sobre la trata de personas para explotación sexual. A raíz de su investigación, se han rescatado en la provincia de la Rioja diecinueve mujeres en cautiverio que eran obligabas a prostituirse en las llamadas "whiskerías", que no son otra cosa que prostíbulos.

Los familiares de Marita explican en su página Web que “ningún fiscal ha promovido la investigación y que se guarda riguroso silencio oficial sobre el tema. Afirman que el caso de Marita Verón ha puesto en exposición la cruda realidad de la trata en el Noroeste Argentino, que parece tener en La Rioja su centro de operaciones”.



Dana Pecci: secuestrada en dos oportunidades y asesinada por las Redes de Trata.

Desde su primera desaparición en 2003, los familiares de Dana la buscaron desesperados. Denunciaron su secuestro en la policía, en Missing Children y en numerosos portales de Internet.

Luego de tres meses de cautiverio, Dana logró escapar del lugar en dónde estaba secuestrada y se comunicó inmediatamente con su madre. “Dana me llamó por teléfono, me contó que estaba en Olavarría, que había vivido en una casa con tres chicas más, también menores de edad. Enseguida le dije ‘vamos a hacer la denuncia’, y ella me respondió que no, porque íbamos a terminar las dos en una zanja, ya que esta gente maneja todo Olavarria”, cuenta Adriana, su madre.

Dana pudo reencontrarse con su familia, pero las abstinencia de drogas que había ingerido en cautiverio la volvió agresiva. “Para estar más seguros la internamos en una clínica privada de recuperación, en el partido bonaerense de San Martín. Pero Pedro Fernando Adorno, líder de la Red de Trata de personas en Olavarría, con la ayuda de su hija Ruth Adorno, que pertenece a La Policía Federal, empezó a buscarla y lamentablemente logró encontrarla en la clínica. Entonces una de las licenciadas de la institución pidió un traslado sin avisarle nadie, y ahí es donde Dana desaparece”, explica Adriana.

En 2007, un periodista de Olavarría se comunicó con la familia de Dana para contarle que su hija había sido asesinada de seis tiros en la cabeza, pero que había tenido un hijo en cautiverio. “El crimen se desencadeno porque mi hija quiso escapar con su bebe de un año y medio. Hoy, mi nieta se llama Luciana Paola, tiene 3 años. Pero no sabe que yo existo, vive en una mentira. Volvemos a la época de la dictadura, vive con apropiadores. Mi nieta sigue apareciendo en Internet como en una familia perfecta, porque encima estos degenerados le pusieron su apellido”, cuenta Adriana, con una mezcla de tristeza e indignación.

Hoy la lucha de esta mujer debe continuar para encontrar a su nieta y para hallar justicia en nombre de Dana Pecci.



Andrea López: otra víctima de las redes de trata.

Andrea despareció en Santa Rosa, La Pampa, la madrugada del diez de febrero de 2004 y hasta hoy es buscada desesperadamente por su madre. “Me enteré de su ausencia 20 días después. Ella vivía con su pareja, Víctor Manuel Purreta, quien la obligaba a ejercer la prostitución. Andrea tiene un hijo de diez años, que después de mucho esfuerzo y lucha lo tengo conmigo”, explica Julia Ferreira, mamá de Andrea López.

Manuel Purreta fue condenado por la justicia de La Pampa por someter a Andrea a explotación sexual, pero permaneció encerrado sólo tres años.

La familia de Andrea está pidiendo todavía por la aparición de su hija y porque la busquen internacionalmente. “No sé si la voy a conseguir viva o muerta pero no voy a parar hasta encontrarla, yo lucho todos los días por ella y le crío a su hijo”, explica Ferreira

Historias de una niña...

Desilusiones


¡Otra vez me quemé la lengua con el té! Como todas las veces que lo prepara mi mamá. Me molesta que lo haga tan caliente. Antes, yo tomaba chocolatada, pero mi abuela le ponía tanta azúcar y tanto cacao que ahora me repugna. Ella viene todas las mañanas a mi casa, me hace el desayuno, limpia, plancha, lava, y, sobre todo, habla. Es una persona buena, pero muy negativa, siempre trae malas noticias. Todo esto a mí mamá le molesta y muchas veces se pelean.

Estoy en la cocina terminando el desayuno y las escucho hablar en el lavadero. Creo que algo pasa, hace unos días que veo a mi abuela más alterada que de costumbre. Me acerco, veo que mi mamá intenta calmarla, y sólo escucho que a mí tío “lo agarró el corralito”. Las lágrimas de mi abuela me entristecen, no se qué es lo que le pasa a su hijo pero debe ser doloroso para ella. “Son los ahorros de toda su vida, anda a saber si alguna vez se los devuelven esos hijos de puta”. Me pregunto de quienes hablará. Mi mamá me hecha con la mirada. Me voy, aunque no quiero.

Tengo hambre, pero tenemos que esperar a mi hermano para cenar. No se si estoy paranoica, pero creo que mi papá está preocupado también, no emite palabra y él siempre empieza con sus chistes a la hora de comer.

Enciendo la tele. Me sorprendo. La imagen de una multitud de personas caminando por la calle mientras golpean sus ollas y sartenes, se intercala con la de ciudadanos que roban violentamente cosas de los negocios. El titular del noticiario dice “Saqueos y Cacerolazos”. Miro a mi papá buscando una explicación. “El país viene mal y De La Rúa sigue cometiendo errores. Al tío, como a muchas personas más, le retuvieron sus ahorros. La gente protesta porque está muy enojada”, me dice. ¿Y a nosotros? le pregunto. “Nosotros no teníamos mucha plata en el banco”, responde.

Yo sentí siempre a Capital Federal como un lugar muy lejano a mí ciudad, Chivilcoy, a pesar de la corta distancia que existe entre ambas y nunca me interesé por lo que pasaba allá. Pero, las palabras de mi papá me desilusionan. Fernando de la Rúa es el primer presidente que llamó mi atención. Me acuerdo de las elecciones: yo quería que gane él y me puse contenta cuado sucedió, me trasmitía mucha tranquilidad y confianza.

Son las doce del medio día, me gusta dormir hasta tarde los sábados. Mi casa esta vacía, me pregunto dónde estarán todos. Los busco en el comedor, en la cocina, corro por el pasillo que lleva a la calle. Ahí están, parados en la vereda. Estoy en pantuflas, pero quiero saber qué están mirando.

Me quedo paralizada. Todo ese desastre que había visto días atrás por la tele, todo ese lío que sentía que no me pertenecía, está pasando en mi ciudad. La gente está rompiendo las ventanas de uno de los supermercados más grandes de Chivilcoy, ubicado a dos cuadras de mi casa. Algunos tienen las caras tapadas, otros capuchas y la mayoría lleva palos. Tengo miedo.

Escucho que mi papá me llama, pero no puedo responder. Siento odio hacia la inmensa ciudad porteña, la culpo de lo que pasa, no quiero que Chivilcoy se parezca a ella.

Me siento en el sillón, pienso. Necesito entender las razones por las que se queja un país entero.

Musicoterapia


Musicoterapia, entre el arte y la salud.



Por Antonela Galiani


En muchas ocasiones, las personas no pueden verbalizar sus sensaciones, sentimientos o pensamientos, ya sea por que poseen problemas motrices como mentales, o por que se encuentran en estado neurótico. La música aparece, entonces, como un medio de comunicación muy poderoso.





Desde que los seres humanos nacen, su mundo auditivo se

desarrolla a través de sonidos, melodías y cantos, que continúan presentes, influyéndolos, durante toda su vida. La Musicoterapia es una disciplina que utiliza la música, los sonidos, y en ocasiones el cuerpo, para realizar un abordaje terapéutico. Éste, parte de una superposición entre lo científico y el arte, y se apoya en un marco teórico propio. “Los musicoterapeutas no utilizamos la Musicoterapia, ya que ésta no es un método ni una técnica, sino, una disciplina que tiene su campo de saber en el territorio de la expresión. No pensamos en aplicar, sino, en modos de pensar la clínica basados en la escucha y la subjetividad”, declaró Luciana Licastro, Coordinadora de Musicoterapia del Hospital de Niños Dr. Ricardo Gutierrez.

Esta disciplina, con sólo 45 años de antigüedad, se creó en sus comienzos para abordar patologías muy graves como el autismo, la psicosis infantil y las enfermedades neurológicas. A medida que pasaron los años, el campo de acción fue creciendo, multiplicándose. “Hoy, ese campo es muy diverso y los objetivos varían en relación a las diferentes especialidades: hay musicoterapeutas que trabajan con personas de tercera edad, neuróticos, embarazadas, niños con discapacidades cognitivas, parálisis cerebral. Pero, también, se trabaja, por ejemplo, con psicólogos o psiquiatras que eligen esta forma de terapia, ya que su amplio manejo de lo verbal dificulta un análisis con sus pares, o algunos musicoterapeutas recién recibidos que desean adquirir experiencia para empezar a trabajar. Las personas con angustias, depresiones y problemas afectivos, también buscan en la música una forma de aliviar su sufrimiento”, declaró Ricardo Rodríguez, Licenciado en Musicoterapia.

Los recursos musicales que se utilizan durante el tratamiento, se adecuan a las características y cualidades de cada paciente, es lo que se llama en Musicoterapia el seting: “Nosotros trabajamos con la singularidad, es decir, cada abordaje se va a pensar de acuerdo a cada paciente. Se busca un lugar activo y de interacción por parte de ellos. Es un trabajo procesal, de sesión a sesión, que permite ver de qué manera los pacientes van construyendo subjetividad y desplegando su espontaneidad”, explicó Licastro.

El musicoterapeuta debe poder lograr, de manera conjunta con el paciente, un análisis de las producciones sonoras grabadas durante cada sesión; éstas constituyen un material de análisis fundamental. “El particular uso de la música permite una comunicación inconsciente muy profunda en las personas. Con la palabra hay cuestiones que pueden censurarse, o simplemente se vuelve difícil ponerle un nombre a ese malestar. Buscamos que el paciente se comunique con ese conflicto desde un lugar más artístico. La traducción del problema, se encontrará en la capacidad del musicoterapeuta de poder leerlo y realizar, con el paciente, una cadena de asociaciones para destrabar ese conflicto. Así, esa estructura sonora termina dando cuenta de la estructura psíquica del paciente”, afirmó Rodríguez.

En ocasiones, la Musicoterapia trabaja de forma interdisciplinaria con otras áreas como la psicopedagogía y psiquiatría. “Muchos niños son derivados por otros especialistas trayendo un diagnóstico de base. Sin embargo, es muy rico ver el efecto de esa patología no solo en el nene, también, en su entorno familiar”, explicó Rodríguez.

“La música es una herramienta muy poderosa que ha logrado resultados positivos muy notables. Ahora bien, ésta no es necesariamente buena o mala, lo que sí ayuda es el vínculo y el uso dosificado e inteligente de lo sonoro al servicio de la comunicación y de la elaboración de un conflicto”, manifestó Rodríguez.

Historia del Jean

Historia del jean


La prenda de todos los tiempos

Desde su invención aproximadamente en 1850, la tela trasgredió las diferentes épocas y se convirtió en una de las más usadas por personas de distintas clases sociales.



Bordados, pintados, nevados, rotos, con cadenas y tachas. Eran mediados del siglo XIX cuando un ingenioso comerciante nacido en Baviera descubrió una de las prendas más importantes de todos lo tiempos: el jean. Se llamaba Levi Strauss y durante esa época comercializaba lona para tiendas de campaña y carretas.

Todo comenzó el día en que un buscador de oro le comentó que los pantalones de los trabajadores en las minas se rompían continuamente y que necesitaban una prenda que resistiese a la intemperie, que fuese cómoda y que, además, tuviese bolsillos fuertes para guardar en ellos las muestras de rocas encontradas. El joven inmediatamente mandó a confeccionar un pantalón. Poco tiempo después suplantó la lona por una tela de algodón resistente fabricada en Francia y conocida como Sarga de Nimes, pero que luego pasó a llamarse Denim. Así, el jean se convirtió en una prenda útil para la industria minera, era de color marrón, rematado con refuerzo de cobre y sin bolsillos traseros.

Para 1873 los pantalones de Denim ya eran azules, pero en lugar de presillas para cinturón tenían botones para los tiradores. Recién un siglo después, se los va reconocer oficialmente con el nombre de jean.

Hasta mediados del siglo XX, solo los vestían las personas pertenecientes a la elite, en especial, aquellos hijos de estancieros. Pero durante el transcurso de los años ’50 la prenda comenzó a ser adoptada por los jóvenes como una moda. Desde que James Dean en Rebelde sin causa y Marlon Brandon en Salvaje usaron pantalones ajustados, ponerse uno era una forma de protesta contra el conformismo, una manera de demostrar independencia y libertad.

Durante los años 60 el jean fue ganando aceptación y se convirtió en el uniforme de los hippies. Para los 70, ya era una prenda de uso corriente y podía encontrarse con cintura alta, anchos en la parte de abajo (bota campana), y generalmente bordados con motivos y flores. También durante esa época, Levi Strauss estrenó la clásica etiqueta roja que hoy lo destaca entre otros y llegó al país la primera marca nacional y popular: los Far West. Otros fabricantes clásicos han sido Lee y Wrangler.

En los años 80 el jean volvió a transformarse: eran muy ajustados en las piernas y tobillos, y se conocían como pantalones bombilla. El siglo XXI llegó con el último cambio notable: la cintura baja que permite ver la panza de las mujeres.

De los trabajos forzados en las minas hasta el glamour de las pasarelas. El jean es una prenda que nunca pasará de moda y que además es muy fácil de combinar. Existen todo tipo de indumentaria hechas con Denim: camperas, jumpers, polleras,

trajes, camisas.

Sin embargo, el jean ha tenido y tiene aún un papel más importante en la historia que “estar de moda”. Es una prenda que contribuye a la igualdad: desde la persona más humilde hasta el más rico y famosos de los personajes ha tenido uno.

El 26 de febrero es el día universal de una prenda que logró conectar a muchas generaciones y subculturas, y que fue accesible para casi todas las personas.